Están Todos Invitados.
Alicia (30) y Valentín (6) provenientes de la ciudad se mudan a un pequeño pueblo rural conservador. Él tiene llamados de atención por llevar maquillaje y collares al jardín. Se acerca la fiesta de disfraces de fin de año y Valentín le dice a su madre que quiere ir vestido de princesa, Alicia se opone a esto porque no quiere enfrentarse con lo que las demás personas puedan llegar a decir.
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¿El amor puede más que los prejuicios?
Mediometraje (25 min) - Ficción
“Fiesta de disfraces” narra la historia de Alicia, una madre de 28 años, quien comienza la historia viajando en auto hacia su nuevo hogar en un pueblo; junto a su hijo Valentín de 6 años. Una vez allí Alicia deberá comenzar una nueva vida en un lugar que tiene sus propias reglas y tanto ella como Valentín deberán adaptarse. Alicia se ve envuelta en conversaciones incómodas con los habitantes y comenzará a recibir malas noticias sobre el comportamiento de su hijo en el jardín.
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Una mañana, Alicia lee en el cuaderno de notas de Valentín sobre una fiesta de disfraces que se realizará en el jardín de infantes. Ambos van a la tienda de cotillón para comprar un disfraz. Para colmar la paciencia de Alicia, Valentín quiere un vestido de princesa a lo que Alicia se opone rápidamente por las miradas juzgadoras del vendedor y los clientes. Su hijo comienza a hacer berrinches y Alicia sin darle interés al asunto compra un disfraz de superhéroe generando resentimiento en Valentín. Alicia se verá envuelta en un vaivén de decisiones por tomar, ¿aparentar o aceptar el comportamiento de su hijo?
¿El amor puede más que los prejuicios?
Alicia
Alicia (28) es de estatura media, pelo castaño, ojos celestes, tiene un flequillo bastante despeinado. Es maestra, es tranquila y le gusta pasar tiempo a solas, o solo con su hijo Valentín. Es amable. Le importa demasiado la opinión del resto, y todo el tiempo se siente observada por su entorno. Se le nota en la cara cuando está incómoda, feliz, triste… ya que no logra ocultar sus sentimientos. Sufre de ansiedad y la pasa peor en los lugares en donde hay mucha gente. Por lo general le cuesta integrarse y generar confianza con personas nuevas. Su lugar de confort es su casa.
Con respecto a la conducta de su hijo en un principio no le parece extraño que el quiera tocar sus collares o ropa hasta que una compañera del trabajo se lo hace notar, entonces ella comienza a limitar a su hijo con respecto a estas actitudes, no le permite tocar más sus objetos, y se pone muy nerviosa y hay alguien más presente viendo esta situación, tratando de ocultar la atracción de su hijo por lo “femenino” llevando lo lejos, o escapando rápido de los lugares.
Valentín
Valentin (6) tiene pelo castaño oscuro, es bastante alto para su edad, es inteligente y ocurrente, es amable con su mamá, por momentos es callado y le gusta estar en su habitación dibujando. Dentro de la casa suele ser tranquilo, pero le gusta jugar mucho. Por momentos cuando no obtiene lo que desea de su madre se torna un poco caprichoso. Valentin es un niñe sensible, entiende todo, escucha y observa el mundo de los adultos con atención. Le encanta abrazar a su madre, aunque a veces se sienta confundido por las decisiones que esta toma. Valentín no mide sus actos, todavía no entiende bien el concepto de consecuencias.
Conocé más
Este proyecto trata sobre la discriminación y la búsqueda de la identidad de género. El cortometraje se centra en la dificultad que experimentan los niños y las niñas al tratar de encontrar su lugar en un mundo donde a menudo se espera que sigan roles de género determinados por su sexo al nacer.
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También explora cómo las expectativas culturales y las presiones sociales pueden afectar la forma en que las personas perciben y aceptan la diversidad en términos de género y sexualidad. Además, trata sobre el amor incondicional de una madre por su hijo y cómo puede superar los prejuicios y la intolerancia para apoyarlo en la búsqueda de su propia identidad.
¿Qué nos motiva?
Por Melina Bustamante (directora y guionista de "fiesta de disfraces").
Mi motivación como directora y guionista pasa por querer contar una historia que fue impulsada en principio por experiencias propias. En 2004 cuando tenía tan solo 5 años de edad, mi hermana 3 y mi madre 24 nos mudamos desde Buenos Aires a un pueblo rural, de tan sólo 8.000 habitantes en la provincia de Entre Ríos. Aunque yo era pequeña, mi mamá me contó que nos costó muchísimo adaptarnos al pueblo, a una nueva casa, a nuevos vecinos, a una escuela, maestras y compañeros.
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Mi mamá siempre me recuerda que ese primer año de adaptación lloré todos los días antes de entrar a clases. Igualmente, sin menospreciar mi propia adaptación a este conjunto de experiencias nuevas, creo que el verdadero esfuerzo de adaptación lo hizo mi madre. No solo tuvo que criar a dos niñas pequeñas sola a 300 kilómetros de toda nuestra familia, sino que tuvo que hacerle frente a un montón de situaciones, como tener que acostumbrarse a que todos los habitantes de ese pueblo se conozcan entre sí y tengan curiosidad de saber quién o quiénes se mudan a esa comunidad. Si bien en un principio le pareció invasivo, a la larga lo terminó por normalizar.
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Conectar con ese momento de nuestras vidas me ayuda a entender mejor el vínculo madre e hija que tuvimos y que tenemos hoy en día; también esto me obliga a buscar en mi memoria situaciones no tan agradables o tener que preguntarle a mi mamá cómo se sintió en aquella época, en la cual tuvo que enfrentarse a una sociedad muy conservadora en la que ella simplemente no encajaba por ser madre soltera joven. Yo recuerdo que todos en mi grado tenían sus padres juntos y que sus papás eran muchísimo más grandes que mi mamá. Ella recuerda que le preguntaban por nuestro apellido, con quien estaba casada, de donde veníamos...
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Muchos miedos, angustias, preocupaciones que atravesamos juntas que me interpelan y que me motivan, mueven y sensibilizan a llevar adelante este proyecto. Por último, lo que me motiva es poder demostrar que hay momentos en que las madres, o por lo menos la mía, siempre intentan tomar las mejores decisiones incluso si esas decisiones pueden lastimar a sus hijos. Yo creo que mi mamá hizo lo mejor que pudo. En general, y en los mejores escenarios, las mamás hacen lo mejor que pueden incluso si a veces les cuesta apoyarnos como hijos en nuestras decisiones.
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Por último mi motivación pasa por querer mostrar que a pesar de que en los últimos años haya una mayor conciencia y aceptación, todavía existen actitudes negativas hacia las personas "diferentes". Esto a menudo se debe a los prejuicios sociales que formamos ante la falta de comprensión, la desinformación y el miedo a lo desconocido. Los prejuicios sociales pueden dar lugar a discriminación y exclusión de personas y generar impactos negativos en la vida de estos. Es importante romper la barrera de los prejuicios sociales y seguir educándonos a nosotros mismos y a los demás para promover la aceptación, el respeto, la empatía y la igualdad de todas las personas, independientemente de su identidad de género.
CONTACTO
Buenos Aires, Argentina.